No cabe duda de que es más sencillo dar un consejo que seguirlo.
Ahora me tocó a mi, en un acto suicida por añorar el pasado y la no resignación a "lo que fue", una vez más volví a amanecer con cruda moral y un torbellino girando en mi cabeza.
La historia termina igual que siempre, "aquí se rompió una taza y cada quien para su casa". Esta vez ya entendí.
PD: No entendemos hasta que la taza se rompe en nuestra cabeza.